La realidad maciza en que se sustenta la diferencia entre desarrollo y subdesarrollo económicos –que no es básicamente entre riqueza y pobreza sino entre independencia y dependencia productiva y que por ello conlleva relaciones de dominio y subordinación– no se verá alterada en lo más mínimo por el solo hecho de que el país pudiese alcanzar la meta estadística proyectada de ingreso por habitante.