He aquí que llegas, por segunda vez, a la casa en la que tanto se sufre. Así la llamó Arturo Fortunato Alessandri Palma, como tú electo presidente en dos períodos (1920-1925 y 1932-1938), el mismo que, en un alarde de franqueza, se refería a la “gente” como la chusma inconsciente.
Como se ve, en 80 años no hemos progresado mucho: la chusma sigue siendo inconsciente, de otro modo no se comprende que elija a alguien como tú, querido Sebastián. Tu prontuario de reo declarado, prófugo de la Justicia, delincuente financiero debidamente condenado por los Tribunales, mentiroso, ignorante y mediocre patentado, no fue óbice u obstáculo para imponerte como candidato de la derecha primero, y presidente de lo que hay, ahora.