Llama la atención la crítica vaga y general sobre supuestas transgresiones a las máximas de la experiencia, a la tradición constitucional occidental y a los tratados internacionales sobre derechos humanos, “entre otros”, sin detallar cuáles serían aquellas. Las serias y graves acusaciones que afirman exigen que estas sean demostradas fundadamente ante la opinión pública.