El duro preinforme de misión canadiense de DDHH: “¿Qué más necesita el Gobierno de Piñera para implementar las recomendaciones de los organismos internacionales?”
En un crudo diagnóstico, el preinforme señala que los datos recabados demuestran que en Chile ha ocurrido “una represión sistemática y masiva” y constató en terreno “un fenómeno de retraumatización, al revivirse prácticas heredadas de la dictadura”. En este sentido, interpela a la administración Piñera por desoír las advertencias de los organismos internacionales y optar por una agenda cuya “prioridad parece ser criminalizar la protesta social”. De ahí que planteen que “frente a esta situación extremadamente crítica, queda la interrogante sobre la voluntad, el liderazgo y el actuar concreto del Gobierno para frenar y poner término a las violaciones a Derechos Humanos”.
Las organizaciones sociales ante la crisis de legitimidad
De no ocurrir un cambio importante en la conducta de las organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles en torno a encontrar cauces de unidad, y de no hacer su aparición un convocante dotado de absoluta legitimidad, es muy posible que los actores políticos vuelvan a tomar en sus manos el control de la situación y alejen, merced a maniobras realizadas en el plano del manejo de ciertas instituciones y de los recursos estatales[1], además de la propaganda y de los medios de comunicación[2], el fantasma de la crisis que ha penado hasta ahora por las instituciones estatales.
Chile en un entorno de debilidad y de crisis política
El neoliberalismo no reconoce oficialmente diferencias: en el capitalismo la riqueza ejerce su poder de manera subliminal, planteando la falsa igualdad de los ciudadanos. De hecho, no tardó mucho en ser descubierta esa verdad de que el hombre podía ser usado como mercancía si se hacía de él un esclavo.