Con un mínimo de vergüenza, el Senado chileno debería callar frente a Venezuela y trabajar por la democratización de Chile
¿Cómo es posible que tipos como Fulvio Rossi, Jovino Novoa, Jaime Orpis, por nombrar algunos de los “Deshonorables” cuyos nombres ya son conocidos por haber recibido financiamiento ilegal, participen en discusiones sobre la política interna de Venezuela, dudando de su nivel de juego democrático? Critican a ese país y se niegan a que se ponga fin a la constitución que dejó Pinochet, impuesta a sangre y fuego. Se apernan en sus puestos en medio de una corrupción que pone en peligro la democracia en Chile.