La impunidad con que vienen actuando los gobernantes franceses no puede ser premiada ni glorificada con la excusa de un crimen brutal. Menos aún marchando juntos con quienes han provocado este estado de cosas. ¿Qué se podría pensar si el presidente mexicano Enrique Peña Nieto convocara en estos días a una manifestación junto a los familiares de los estudiantes masacrados en Atyozinapa, para exigir justicia, cuando es el propio poder gubernamental el culpable de esas muertes?