El Estado (colonial) y la revolución
Todos los gobiernos progresistas (los pasados, los actuales y los que vendrán) no tienen otra política hacia los ejércitos que mantenerlos como están, intocables, porque ni siquiera sueñan con entrar en conflicto con ellos. El problema es que ambas burocracias (pero en particular la militar) no pueden transformarse desde dentro ni de forma gradual. Suele decirse que las fuerzas armadas están subordinadas al poder civil. No es cierto, tienen sus propios intereses y mandan, aún en los países más democráticos. En Uruguay, por poner un ejemplo, los militares impidieron hasta hoy que se conozca la verdad sobre los desaparecidos y las torturas. Tanto el actual presidente, Tabaré Vázquez, como el anterior, José Mujica, se subordinaron a los militares.
Nuestro modelo económico y las elecciones norteamericanas
Digamos, no obstante, aquí, junto a Poulantzas, que poder es la capacidad de una persona para imponer su voluntad sobre otra. De lo cual puede derivarse que, en una sociedad escindida en clases sociales, poder no es sino la capacidad que tiene una clase de imponer su voluntad sobre otra. Y puesto que eso es lo que determina la dominación dentro de una formación social, poder pasa a ser la capacidad que tiene esa sociedad de imponer su voluntad a otra u otras.
Carácter de clase del nuevo gobierno de Michelle Bachelet
Poulantzas emplea la palabra ‘élite’ para definir este tipo de sujetos que postula a los empleos mejor remunerados y no tiene una extracción de clase empresarial sino se trata de hijos de vendedores de fuerza de trabajo pero con fuertes ambiciones personales, la generalidad de los cuales solamente está preocupada de obtener cargos políticos que le permita tener acceso a las mismas regalías de las que goza la clase alta. En un artículo reciente, Edison Ortíz llama a esos estamentos ‘burguesía fiscal’ y fija su fecha de inicio en el año 2007, bajo el gobierno anterior de Bachelet.