El neoliberalismo basado en el capital financiero y la tecnociencia toma por objeto la vida, controlándola y disciplinándola, valiéndose de los medios de comunicación concentrados. Produce así una subjetividad calculada, manipulada por lo mediático que se caracteriza por el imperio de las imágenes. Estas nunca son inocentes, siempre comunican, y van a funcionar como organizadoras de la identidad. El poder neoliberal despolitiza lo social determinando las fronteras de qué entra en la imagen y qué queda afuera, de lo que es vida humana y lo que no lo es, buscando imponer una moral y una estética, apuntando de esta forma a uniformar los modos de goce. En pocas palabras, el poder a través de los medios concentrados decide los modelos normativizantes de identificación.