“Ada Colau debería vender pescado”, dijo un piojo de la R.A.E.
¡Ay, Azúa! ¡El poeta, la esfinge del vacío y la nada! El letrado que trató de denigrar a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, con ese lenguaje de babosa que tanto agrada a “los hombres que no aman a las mujeres”. El académico ha dicho que la regidora no da la talla para gobernar una gran ciudad, que “debería estar vendiendo pescado en un puesto del mercado”, y que es la muestra viva de “un fascismo simpático y sonriente”.
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¿Qué pueblo del mundo no sueña con ser dueño de su futuro? Creo que todos aspiran a lo mismo, -tanto a nivel individual como colectivo-, a pesar de que nuestros amos sienten repugnancia ante la posibilidad de que se produzca una “degeneración de la raza humana” y nazca, de repente, algo monstruoso: la mujer libre, el hombre libre, el pensador, la pensadora que se atreve a reivindicar, ante todo, “Justicia Social”.