Putin y lo que realmente importa en el tablero de ajedrez
por Pepe Escobar (París, Francia)
2 años atrás 8 min lectura
19 de Junio de 2023
La reunión del presidente Putin con un grupo de corresponsales de guerra rusos y blogueros de Telegram -entre ellos Filatov, Poddubny, Pegov de War Gonzo, Podolyaka, Gazdiev de RT- fue un extraordinario ejercicio de libertad de prensa.
Entre ellos había periodistas seriamente independientes que pueden ser muy críticos con la forma en que el Kremlin y el Ministerio de Defensa (MoD) están llevando a cabo lo que alternativamente puede definirse como una Operación Militar Especial (SMO); una operación antiterrorista (CTO); o una «cuasi-guerra» (según algunos influyentes círculos empresariales de Moscú).
Resulta fascinante ver cómo estos periodistas patrióticos/independientes desempeñan ahora un papel similar al de los antiguos comisarios políticos de la URSS, todos ellos, a su manera, profundamente comprometidos en conducir a la sociedad rusa hacia el lento pero seguro drenaje del pantano.
Está claro que Putin no sólo comprende su papel, sino que a veces, al estilo de los «golpes de efecto», el sistema que preside pone en práctica las sugerencias de los periodistas. Como corresponsal extranjero que trabaja en todo el mundo desde hace casi 40 años, me ha impresionado bastante la forma en que los periodistas rusos pueden disfrutar de un grado de libertad inimaginable en la mayoría de las latitudes del Occidente colectivo.
La transcripción de la reunión en el Kremlin demuestra que Putin no se anda con rodeos.
Admitió que hay «generales de opereta» en el Ejército; que había escasez de drones, munición de precisión y equipos de comunicaciones, que ahora se está resolviendo.
Discutió la legalidad de los equipos mercenarios; la necesidad de instalar tarde o temprano una «zona tampón» para proteger a los ciudadanos rusos de los bombardeos sistemáticos del régimen de Kiev; y subrayó que Rusia no responderá al terrorismo inspirado por Bandera con terrorismo.
Tras examinar los intercambios, se impone una conclusión: Los medios de comunicación de guerra rusos no están llevando a cabo una ofensiva, ni siquiera cuando el Occidente colectivo ataca a Rusia 24 horas al día, 7 días a la semana, con su enorme aparato mediático de ONGs/soft power. Moscú no está -¿todavía? – en las trincheras de la guerra de la información; en la actualidad, los medios de comunicación rusos sólo juegan a la defensiva.
¿Hasta Kiev?
Podría decirse que la cita más importante de todo el encuentro es la concisa y escalofriante evaluación de Putin de la situación actual en el tablero de ajedrez:
«Nos vimos obligados a tratar de poner fin a la guerra que Occidente inició en 2014 por la fuerza de las armas. Y Rusia pondrá fin a esta guerra por la fuerza de las armas, liberando todo el territorio de la antigua Ucrania de Estados Unidos y de los nazis ucranianos. No hay otras opciones. El ejército ucraniano de Estados Unidos y la OTAN será derrotado, sin importar los nuevos tipos de armas que reciba de Occidente. Cuantas más armas haya, quedarán menos ucranianos y lo que antes era Ucrania. La intervención directa de los ejércitos europeos de la OTAN no cambiará el resultado. Pero en ese caso, el fuego de la guerra envolverá a toda Europa. Parece que Estados Unidos también está preparado para ello».
En resumen: esto sólo terminará en los términos de Rusia y sólo cuando Moscú considere que se han alcanzado todos sus objetivos. Todo lo demás son ilusiones.
De vuelta al frente, como ha señalado el indispensable Andrei Martyanov, el corresponsal de guerra de primera clase Marat Kalinin ha expuesto de forma concluyente cómo la actual contraofensiva de ataúdes metálicos ucraniano no ha sido capaz de golpear ni siquiera la primera línea de defensa rusa (están en un largo camino hacia el infierno, a 10 km de distancia). Lo único que ha podido conseguir hasta ahora el principal ejército de reemplazo que ha formado la OTAN es ser masacrado, sin piedad a escala industrial.
Vean al general Armageddon en acción.
Surovikin dispuso de ocho meses para poner su huella en Ucrania y desde el principio comprendió exactamente cómo convertirla en un juego de pelota completamente nuevo. Indiscutiblemente, la estrategia consiste en destruir por completo las fuerzas ucranianas entre la primera línea de defensa -suponiendo que la traspasen- y la segunda línea, que es bastante considerable. La tercera línea permanecerá fuera de los límites.
Como era de prever, los medios de comunicación colectivos occidentales se están volviendo locos, empezando por fin a mostrar horribles pérdidas ucranianas y dando pruebas de la total incompetencia acumulada de los secuaces de Kiev y sus jefes militares de la OTAN.
Y por si las cosas se ponen difíciles -por ahora una posibilidad remota- el propio Putin ha entregado la hoja de ruta. Suavemente, suavemente. Como en:
«¿Necesitaremos una marcha sobre Kiev? Si es así, necesitaremos una nueva movilización, si no, no. No hay necesidad de movilización ahora».
Las palabras claves son «ahora mismo«.
El fin de todos sus elaborados planes
Mientras tanto, lejos del campo de batalla, los rusos son muy conscientes de la frenética actividad geoeconómica.
Moscú y Pekín comercian cada vez más en yuanes y rublos. Los 10 miembros de la ASEAN apuestan por las divisas regionales, ignorando el dólar estadounidense. Indonesia y Corea del Sur están turboalimentando el comercio en rupias y won. Pakistán paga el petróleo ruso en yuanes. Los EAU y la India aumentan el comercio no petrolero en rupias.
Todos y cada uno de sus vecinos van directos a unirse al BRICS+, lo que obliga a un hegemón desesperado a empezar a desplegar una serie de técnicas de guerra híbrida.
Ha pasado mucho tiempo desde que Putin examinó el tablero de ajedrez a principios de la década de 2000 y luego lanzó un programa de misiles de ataque defensivos y ofensivos.
Durante los 23 años siguientes, Rusia desarrolló misiles hipersónicos, misiles balísticos intercontinentales avanzados y los misiles defensivos más avanzados del planeta. Rusia ganó la carrera de misiles. Punto. El Hegemón -obsesionado con su propia guerra fabricada contra el Islam- fue cogido completamente desprevenido y no ha hecho ningún avance material en misiles en casi dos décadas y media.
Ahora la «estrategia» consiste en inventar de la nada el Conflictode Taiwán, que está configurando el tablero de ajedrez como antesala de la Guerra Híbrida sin cuartel contra Rusia-China.
El ataque por poder -a través de las hienas de Kiev- contra el Donbass rusoparlante, incitado por los psicópatas neoconservadores straussianos, a cargo de la política exterior estadounidense, mató al menos a 14.000 hombres, mujeres y niños entre 2014 y 2022. Eso también fue un ataque contra China. El objetivo último de esta maniobra de divide y vencerás era infligir una derrota al aliado de China en el Heartland para que Pekín quedara aislada.
Según el sueño húmedo de los neoconservadores, todo lo anterior habría permitido al Hegemón, una vez conquistada Rusia de nuevo como hizo con Yeltsin, bloquear a China de los recursos naturales rusos utilizando once fuerzas de tarea de portaaviones estadounidenses y varios submarinos.
Obviamente, los neoconservadores conocedores de la ciencia militar son ajenos al hecho de que Rusia es ahora la potencia militar más fuerte del planeta.
En Ucrania, los neoconservadores esperaban que una provocación llevara a Moscú a desplegar otras armas secretas además de los misiles hipersónicos, para que Washington pudiera prepararse mejor para una guerra total.
Todos estos elaborados planes pueden haber fracasado estrepitosamente. Pero queda un corolario: los neoconservadores straussianos creen firmemente que pueden instrumentalizar a unos cuantos millones de europeos -¿quiénes son los siguientes? ¿Los polacos? ¿Los estonios? ¿Letones? ¿Lituanos? ¿Y por qué no alemanes? – como carne de cañón como hizo EE.UU. en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, luchando a través de los cadáveres de europeos (incluidos los rusos) sacrificados por el mismo afán de poder anglosajón de siempre alà Mackinder.
Hordas de quintas columnistas europeos hacen que sea mucho más fácil «confiar» en que EE.UU. para protejerlos, mientras que sólo unos pocos con un coeficiente intelectual por encima de la temperatura ambiente entendieron quién realmente bombardeó Nord Stream 1 y 2, con la connivencia del canciller alemán «salchicha de hígado».
La conclusión es que el Hegemón simplemente no puede aceptar una Europa soberana y autosuficiente; sino apenas un vasallo dependiente, rehén de los mares que controla Estados Unidos.
Putin ve claramente cómo se ha dispuesto el tablero de ajedrez. Y también ve cómo «Ucrania» ya ni siquiera existe.
Aunque nadie estaba prestando atención, el mes pasado la banda de Kiev vendió Ucrania a BlackRock, valorada en 8,5 billones de dólares. Así de fácil. El acuerdo se cerró entre el gobierno ucraniano y el vicepresidente de BlackRock, Philipp Hildebrand.
Van a crear un Fondo Ucraniano de Desarrollo (FUD) para la «reconstrucción», centrado en la energía, las infraestructuras, la agricultura, la industria y la informática. Todos los activos valiosos que queden en lo que será una Ucrania arruinada serán engullidos por BlackRock: desde Metinvest, DTEK (energía) y MJP (agricultura) hasta Naftogaz, Ferrocarriles Ucranianos, Ukravtodor y Ukrenergo.
¿Qué sentido tiene entonces ir a Kiev? El neoliberalismo tóxico de alto grado ya está de fiesta en el lugar.
-Traducido del ingles al castellano para piensaChile: Martin Fischer
*Fuente: Strategic-culture
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