Felipe Berríos critíca la carta del Papa y admite que siente «temor» de que «esta máquina siga funcionando con secretismos»
por Medios Nacionales e Internacionales
7 años atrás 10 min lectura
12 abril, 2018
CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS SEÑORES OBISPOS DE CHILE
TRAS EL INFORME DE S.E. MONS. CHARLES J. SCICLUNA
A los Señores Obispos de Chile
Queridos hermanos en el episcopado:
La recepción durante la semana pasada de los últimos documentos que completan el informe que me entregaron mis dos enviados especiales a Chile el 20 de marzo de 2018, con un total de más de 2.300 folios, me mueve a escribirles esta carta. Les aseguro mi oración y quiero compartir con ustedes la convicción de que las dificultades presentes son también una ocasión para restablecer la confianza en la Iglesia, confianza rota por nuestros errores y pecados y para sanar unas heridas que no dejan de sangrar en el conjunto de la sociedad chilena.
Sin la fe y sin la oración, la fraternidad es imposible. Por ello, en este segundo domingo de Pascua, en el día de la misericordia, les ofrezco esta reflexión con el deseo de que cada uno de ustedes me acompañe en el itinerario interior que estoy recorriendo en las últimas semanas, a fin de que sea el Espíritu quien nos guíe con su don y no nuestros intereses o, peor aún, nuestro orgullo herido.
A veces cuando tales males nos arrugan el alma y nos arrojan al mundo flojos, asustados y abroquelados en nuestros cómodos “palacios de invierno”, el amor de Dios sale a nuestro encuentro y purifica nuestras intenciones para amar como hombres libres, maduros y críticos. Cuando los medios de comunicación nos avergüenzan presentando una Iglesia casi siempre en novilunio, privada de la luz del Sol de justicia (S. Ambrosio, Hexameron IV, 8, 32) y tenemos la tentación de dudar de la victoria pascual del Resucitado, creo que como Santo Tomás no debemos temer la duda (Jn 20, 25), sino temer la pretensión de querer ver sin fiarnos del testimonio de aquellos que escucharon de los labios del Señor la promesa más hermosa (Mt 28, 20).
Hoy les quiero hablar no de seguridades, sino de lo único que el Señor nos ofrece experimentar cada día: la alegría, la paz el perdón de nuestros pecados y la acción de Su gracia.
Al respecto, quiero manifestar mi gratitud a S.E. Mons. Charles Scicluna, Arzobispo de Malta, y al Rev. Jordi Bertomeu Farnós, oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, por su ingente labor de escucha serena y empática de los 64 testimonios que recogieron recientemente tanto en Nueva York como en Santiago de Chile. Les envié a escuchar desde el corazón y con humildad. Posteriormente, cuando me entregaron el informe y, en particular, su valoración jurídica y pastoral de la información recogida, reconocieron ante mí haberse sentido abrumados por el dolor de tantas víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales cometidos por diversos consagrados de vuestro País contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo e incluso les robaron la inocencia.
El mismo más sentido y cordial agradecimiento lo debemos expresar como pastores a los que con honestidad, valentía y sentido de Iglesia solicitaron un encuentro con mis enviados y les mostraron las heridas de su alma. Mons. Scicluna y el Rev. Bertomeu me han referido cómo algunos obispos, sacerdotes, diáconos, laicos y laicas de Santiago y Osorno acudieron a la parroquia Holy Name de Nueva York o a la sede de Sotero Sanz, en Providencia, con una madurez, respeto y amabilidad que sobrecogían.
Por otra parte, los días posteriores a dicha misión especial han sido testigos de otro hecho meritorio que deberíamos tener bien presente para otras ocasiones, pues no solo se ha mantenido el clima de confidencialidad alcanzado durante la Visita, sino que en ningún momento se ha cedido a la tentación de convertir esta delicada misión en un circo mediático. Al respecto, quiero agradecer a las diferentes organizaciones y medios de comunicación su profesionalidad al tratar este caso tan delicado, respetando el derecho de los ciudadanos a la información y la buena fama de los declarantes.
Ahora, tras una lectura pausada de las actas de dicha “misión especial”, creo poder afirmar que todos los testimonios recogidos en ellas hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza.
Teniendo en cuenta todo esto les escribo a ustedes, reunidos en la 115ª asamblea plenaria, para solicitar humildemente Vuestra colaboración y asistencia en el discernimiento de las medidas que a corto, medio y largo plazo deberán ser adoptadas para restablecer la comunión eclesial en Chile, con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia.
Pienso convocarlos a Roma para dialogar sobre las conclusiones de la mencionada visita y mis conclusiones. He pensado en dicho encuentro como en un momento fraternal, sin prejuicios ni ideas preconcebidas, con el solo objetivo de hacer resplandecer la verdad en nuestras vidas. Sobre la fecha encomiendo al Secretario de la Conferencia Episcopal hacerme llegar las posibilidades.
En lo que me toca, reconozco y así quiero que lo transmitan fielmente, que he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada. Ya desde ahora pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo personalmente, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las personas entrevistadas.
Permaneced en mí (Jn 15,4): estas palabras del Señor resuenan una y otra vez en estos días. Hablan de relaciones personales, de comunión, de fraternidad que atrae y convoca. Unidos a Cristo como los sarmientos a la vid, los invito a injertar en vuestra oración de los próximos días una magnanimidad que nos prepare para el mencionado encuentro y que luego permita traducir en hechos concretos lo que habremos reflexionado. Quizás incluso también sería oportuno poner a la Iglesia de Chile en estado de oración. Ahora más que nunca no podemos volver a caer en la tentación de la verborrea o de quedarnos en los “universales”. Estos días, miremos a Cristo. Miremos su vida y sus gestos, especialmente cuando se muestra compasivo y misericordioso con los que han errado. Amemos en la verdad, pidamos la sabiduría del corazón y dejémonos convertir.
A la espera de Vuestras noticias y rogando a S.E. Mons. Santiago Silva Retamales, Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, que publique la presente con la mayor celeridad posible, les imparto mi bendición y les pido por favor que no dejen de rezar por mí.
Vaticano, 8 de abril de 2018
Francisco
*Fuente: piensaChile
El sacerdote jesuita Felipe Berríos opinó acerca de la carta enviada por el Papa Francisco a la Conferencia Episcopal chilena en la que, la máxima autoridad de la Iglesia, validó las denuncias de encubrimiento contra el obispo de Osorno, Juan Barros, tras conocer el informe elaborado por el arzobispo de Malta, Charles Scicluna.
En conversación con Radio Duna, Berríos argumentó que dicho mensaje “se recibe con mucha esperanza y también con cierta desazón porque confirma muchas intuiciones que uno tenía que aquí algo no funcionaba (…) Espero que de aquí al tiempo a que viajen los obispos (al Vaticano) no siga esta máquina de desinformación que hay en la Iglesia Católica”.
Consultado justamente por estas declaraciones, el sacerdote sostuvo que “cree que hay una mafia”. “No se nos olvide que el Papa Benedicto renunció porque no se la pudo con esto, y eso es lo que tengo temor, que esta máquina siga funcionando con secretismos, influencias por debajo, cosas desinformadas (…)”
En este sentido, manifestó que en la Iglesia existe una “verticalidad”, “secretismos” y “miedos” que a su juicio se deben “desmantelar”.
El sacerdote apuntó como responsable de esta situación al Papa Juan Pablo II quien habría evitado el proceso modernizador que vivía la Iglesia durante los años 60′.
“Una de las personas que frenó esto, que hizo retroceder a la Iglesia Católica fue el Papa Juan Pablo II. Más que él, porque se dedicó a los viajes, fue el secretario de Estado, Angelo Solano, una persona nefasta en esto que empezaron a nombrar a puros obispos repetidores de lo que se decía en Roma y que implementaron estos secretismos y uno lo ve en Chile con el cardenal Medina (…)”, expresó Berríos.
“No basta aquí con sacar a personas (…) hay que ver qué hay detrás que produce esto. Porque el sistema de investigación dentro de la Iglesia es largo, secreto y nosotros los curas estamos cansados de esto”, sostuvo, y agregó que queda con la sensación de que el Papa “llega tarde” a este problema.
“Yo no entré a cura para estar todo el tiempo tratando de investigar o defender a condoros que se han mandado y delitos (…) Dan ganas de decir ‘no más‘”, dijo.
*Fuente: El Mostrador
Entrevista a Felipe Berríos en Radio DUNA
Por: Radio Duna – 12 abril, 2018 – Comentarios
El miércoles, la Conferencia Episcopal de Chile, dio a conocer una carta que envió el Papa Francisco invitando a los obispos chilenos a dialogar tras leer el informe del monseñor Charles Scicluna sobre la responsabilidad del obispo de Osorno, Juan Barros, en el encubrimiento de abusos sexuales realizados por el ex párroco de El Bosque, Fernando Karadima.
Sobre esto, en Duna en Punto, el sacerdote jesuita Felipe Berríos señaló que “le tengo temor a que esa máquina de secretismos e influencias siga funcionando” al interior de la iglesia y responsabilizó al Papa Juan Pablo II de esta situación debido a que habría evitado el proceso modernizador que vivía la Iglesia durante los años 60.
Ante esto, señaló que “una de las personas que frenó esto, que hizo retroceder a la Iglesia Católica fue el Papa Juan Pablo II. Más que él, porque se dedicó a los viajes, fue el secretario de Estado, Angelo Solano, una persona nefasta en esto que empezaron a nombrar a puros obispos repetidores de lo que se decía en Roma y que implementaron estos secretismos y uno lo ve en Chile con el cardenal Medina.”, dijo Berríos.
“Uno no solo tiene que investigar al que ha abusado, hay que ir a la raíz que permite este abuso, aquí hay un abuso de poder”, aseveró el religioso.
Respecto de la compleja situación que vive la Iglesia Católica debido a la falta de sus miembros, Berríos señaló que “yo no entré a cura para tratar de investigar o defender delitos de curas, hay un cansancio de los sacerdotes“.
El religioso señaló que el celibato no es la única causa por las que los sacerdotes comenten abusos sexuales y aseguró que uno de los mayores errores que ha cometido la Iglesia fue “dejar a las mujeres fuera de la jerarquía”.
“El celibato no es la única causa del abuso sexual. El gran pecado de la Iglesia ha sido apartar a la mujer de la jerarquía”, aseveró el sacerdote.
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