En Francia, el movimiento de “gilets jaunes” (chalecos amarillos), más allá de oponerse a otro impuesto “verde” vía los combustibles, exige un nuevo tipo de “repartición” de la riqueza creada. Lo que exigen no es un poco más de “redistribución” de la riqueza creada, como proponen los sindicatos, los congresistas, los partidos políticos y sus líderes; es decir, como proponen e imponen los representantes de la Democracia Representativa para proteger, directa o indirectamente, a sus amos, los grandes millonarios del planeta.