Cuando habla de devolver las fábricas a EEUU, no se refiere a la creación de un sistema productivo más justo y sostenible, sino a generar dentro de su propio país las condiciones de vida pauperrimas que existen en los países “en desarrollo”. A simple vista, esto puede parecer positivo: “así los americanos probarán las condiciones de explotación a las que sometían a otros países”.