El gobierno de Michelle Bachelet será recordado como un reformismo frustrado: ¿quién puede negar que las reformas que proponía eran fundamentales y absolutamente necesarias? El drama es que dejó fuera de la discusión a los sujetos que iban a ser beneficiados mediantes estos cambios, por ejemplo, en la reforma educacional a todos los estamentos, especialmente a profesores y estudiantes, y así en cada una de las reformas propuestas desde su campaña presidencial. El drama del “despotismo ilustrado” es pretender gobernar a favor del pueblo, pero sin el pueblo.