Después del triunfo de NO en el plebiscito de 1988, Pinochet pactó con los líderes de la Concertación de Partidos por la Democracia, entre muchos acuerdos políticos, el que los políticos no tocarían a los militares, un área de exclusivo dominio de Pinochet. El mismo general comandante en jefe lo dijo con toda claridad que si tocaban a uno  de sus hombres habría un nuevo golpe de Estado.