La escritora Virginia Vidal recuerda la extraña muerte del poeta por cuya vieja máquina de escribir pasaron todos los libros de Neruda, sus Memorias y gran parte de su correspondencia. Virginia los conoció a ambos y cuenta de su amistad a toda prueba que sólo la muerte interrumpió. Su complicidad llegó al punto que el Premio Nobel incluso le perdonó el haberle quitado a Laura Arrué, una de sus primeras musas y a quien va dedicado uno de los sonetos de Veinte Poemas de Amor. Homero Arce, secretario personal de Neruda, murió en febrero de 1977, tras una brutal golpiza y nuca se supo quién fue el culpable.