Es muy difícil imaginarse que en ese sitio con una historia profunda y dolorosa un conglomerado de hombres tuviera la valentía y la predisposición para crear y expresarse mediante el género teatral. Pese a la marca de dolor, este ejemplo brutal nos revela como el teatro es un testimonio cruel de la historia vivida hace pocos decenios atrás en nuestro país. Los relatos de los detenidos son estremecedores, más aún cuando conjeturamos que en la misma sala donde presentaban sus obras, resonaban los gritos de los torturados en medio de ese ritual demencial oficiado por los agentes del Estado.