(…) es muy importante decir en Europa que lo que está pasandoya ha sido ensayado en América Latina, y hay que pararlo, porque si no, nos puede convertir en pueblos más inseguros en los que se pueda extender el negocio de la violencia, de las armas y del miedo».
René Amador muestra una emoción ambigua al referirse a este tema (la crisis de la izquierda europea y mundial), una mezcla entre indignación y esperanza, y expresa su frustración al constatar que «la izquierda europea no ha sabido reaccionar por estar demasiado ensimismada en su propios problemas: no ha sabido ir más allá, no se ha dado cuenta de que si el neoliberalismo ha globalizado esta tragedia, es necesario globalizar la lucha«.