Era evidente que esta actividad no estaba dirigida a Cuba ni a los cubanos, sino a los estadounidenses de origen cubano que participaban en la misma. Ni una sola vez se mencionó el nombre de Martí, Maceo o alguno de nuestros próceres. La muchedumbre gritaba U S A… U S A…. U S A… y para terminar, un émulo de Ferruccio Burgos, interpretó en solo de violín, el Himno de Estados Unidos.