«Siento vergüenza Presidente pero no de mi gente ni de los inmigrantes, sino de usted»
Siento vergüenza Presidente pero no de mi gente ni de los inmigrantes, sino de usted y sus asesores, de los políticos en general, que han esperado pacientemente, perversamente que esto toque fondo para recién pensar en una solución mediocre.
El ridículo argumento de algunos PS para apoyar la represión de Piñera en la Araucanía
Las ridículas excusas del Partido Socialista para no votar en contra de petición a Piñera para soltar a las FFAA en la Araucanía
«Me equivoque al marcar», esas fueron las palabras de una de las diputadas del Partido Socialista que junto a otros diez parlamentarios de su partido se abstuvieron del Proyecto de Resolución, que pide a Piñera enviar a las Fuerzas Armadas contra el pueblo mapuche
Carta abierta al Alcalde de la Comuna de Talagante
En fin, en medio de un estallido mundial contra el racismo, rebelión mundial que estalla en favor de todas las vidas… ¡porque todas las vidas valen e importan!, y a propósito de esa frase miserable que luce y “educa” en un muro de Villa Los Ciruelos de la comuna de Talagante hoy, le pregunto, señor alcalde, ¿podría usted instruir que alguien borre hoy mismo esa propaganda perversa que mancha con ignominia y maldad un muro y el respeto que merecen todas las personas que habitan hoy en su bella comuna, especialmente las y los inmigrantes?
La Unión Europea abandona a los defensores de las libertades en Turquía
Occidente sacrifica sus principios históricos para favorecer sus intereses cotidianos y así pierde, en ese doble juego, todos sus aliados naturales. Al decir: «Mantengan lejos de nosotros a los refugiados y hagan lo que quieran en su país», Europa alquila un campo de concentración fuera de sus fronteras y aparta su mirada de la opresión que ejerce el guardián voluntario de ese campo de concentración. No sólo es una vergüenza para Occidente, es también una vergüenza para la humanidad.
La profesora pregunta
– Juanito, ¿en qué trabaja tu papá?
– Es abogado, señorita.
– ¿Y el tuyo, Susanita?
– Es ingeniero, señorita.
– ¿Y el tuyo a qué se dedica, Silvina?
– Es médico, señorita.
– ¿Y el tuyo, Jaimito?