1987 fue un año de desventuras para una ciudad a la que le aguardaban peores momentos. En medio de aquellas jornadas de matanzas selectivas, en septiembre de aquel año sucedió la tragedia de Villatina, con más de 500 muertos. Después, y durante buena parte de los 90, los carrobombas, las masacres en los barrios, el sicariato como una industria criminal de las mafias de narcotraficantes y otras desgracias campearían en la urbe que algún poeta definió como la de las tres emes: «metro, mitra y metra».