Desde el feminismo debemos rechazar que la economía en la sociedad funcione sobre los hombros de las mujeres, sobre la explotación del trabajo femenino. Creemos que el trabajo doméstico debe ser reconocido como tal, como trabajo; a pesar de que sea un trabajo que no se transe en el mercado. Puesto que el mercado funciona bajo el supuesto de que el trabajo doméstico está satisfecho en la invisibilidad de la esfera privada. Como comienzo, nos parece fundamental que este trabajo sea reconocido en el sistema previsional. Hoy tenemos un problema político y social de enorme gravedad, 3 de cada 4 de nuestras adultas mayores que reciben pensiones de alguna AFP, después de toda una vida dedicada al trabajo remunerado o no remunerado, están recibiendo pensiones que no superan los 75.000 pesos.