Existe una  opinión muy compartida en cuanto a que la crisis que vive el mundo globalizado es una crisis doble, Por una parte es crisis de la sociedad y, por otra, es una crisis del sujeto. Esta crisis que en su expresión económica se manifiesta en permanentes y sucesivas turbulencias,  más allá de ello por su profundidad adquiere el carácter de una crisis civilizatoria. Lo que de este modo pone en el centro observar que va quedando después de sus desbastadoras consecuencias de las formas tradicionales de sociedad que hemos conocido y que sobreviven hasta aquí. Así,  lo que permea todo lo social, cultural  y lo político es el tema de la identidad.