La Iglesia nunca se ha separado del Estado
En 1925, el Estado se separó constitucionalmente de la Iglesia, pero según el Arzobispo de la época, Crescente Errázuriz, “la Iglesia nunca abandonará el Estado” – sentencia que se ha cumplido hasta ahora -. La Iglesia Católica no puede vivir sin el poder político: su reino es de este mundo y, contradiciendo a su fundador, que afirmaba lo contrario; es heredera del tirano Constantino y no del pacífico Jesús de Nazaret.