A veces callamos hechos justamente para no enardecer, ni avergonzar al prójimo. Otras veces callamos, para cubrir nuestras transgresiones o las de nuestros amigos. A veces decimos “la verdad” y es tal el impacto que no nos creen o se arma un escándalo. Entonces nos acostumbramos a callar. Y otras veces mentimos, y presentamos los hechos como no son, para manipular al prójimo y mantenerlo ignorante de los hechos que pasan a sus espaldas.