Con el paso de los años, son cada vez más las evidencias del crucial papel que jugó Estados Unidos para provocar el derrocamiento del Gobierno del Presidente Allende. Lo que Nixon y Kissinger en realidad temían, era el posible “efecto multiplicador” de un proceso que por la vía pacífica y democrática pudiese haber transitado al socialismo, es decir, el impacto que ello podría haber tenido en el resto de la región, y otras áreas del mundo.