En el centenario de la Revolución de Octubre. Diez días que estremecieron al mundo
Las grandes revoluciones siempre van por delante de su tiempo. Siguen unos objetivos que suponen un progreso respecto a las fases históricas precedentes. La Revolución de Octubre fue el primer intento a escala mundial de acabar con la miseria y la opresión del capitalismo. Ejerció una influencia decisiva en todo el siglo XX.
Notas sobre el centenario de la Revolución de Octubre: La libertad no es un privilegio
En su manuscrito de 1918 «Sobre la Revolución Rusa», Rosa Luxemburgo, se lee: «Está claro que una apología no crítica es incapaz de sacar provecho de las experiencias y las enseñanzas, eso sólo se logra con una crítica profunda y meditada». Y entonces la famosa frase que, generalmente, sólo se cita como un dicho de calendario: «La libertad que es sólo para los partidarios del gobierno y para los miembros de un partido – por numerosos que estos sean – no es libertad. No por un fanatismo por la «justicia», sino porque todo lo vital, lo salvador y lo más puro de la libertad política dependen de eso, y su efecto falla cuando la «libertad» se convierte en un privilegio.»
Las mujeres y la Revolución que cambió la historia del siglo
La Revolución Rusa de 1917, en cambio, otorgó conquistas para las mujeres que hasta entonces no se habían logrado en ningún país capitalista. En su libro La mujer, el Estado y la Revolución(Ediciones IPS, Buenos Aires), la historiadora norteamericana Wendy Goldman afirma que el Código soviético de 1918 “constituía nada más y nada menos que la legislación familiar más progresiva que había visto el mundo. Abolió el estatus legal inferior de las mujeres y creó igualdad bajo la ley.”
La Revolución Rusa: un nuevo aniversario
El balance histórico sobre lo que ésta ha significado es una tarea aún pendiente. Para los teóricos y publicistas de la derecha, y para algunos izquierdistas ofuscados por su dogmatismo, la historia de esa gran revolución se reduce a los horrores del estalinismo. Caprichosamente dejan de lado algunas cosas más que también ocurrieron y que no fueron para nada triviales: la contribución de la Unión Soviética a la derrota del nazismo fue decisiva e insustituible, pagando con casi veinte millones de muertos el precio de una hazaña que sólo violentando los hechos históricos se podría subestimar. El mundo no sería lo que es hoy si las fuerzas de Hitler hubieran triunfado en la Segunda Guerra Mundial.