La mera prédica en contra de la corrupta y cínica partidocracia que ha gobernado el país en estas últimas décadas, como nexo elemental con el descontento social, y la exaltación de la condición de ciudadanos “independientes”, es insuficiente para disimular la ausencia de un proyecto político realmente alternativo, capaz de impugnar y superar las raíces de ese malestar, pudiendo llevar en cambio a los resultados más insospechados e indeseados.