Basándose en las Fichas de Seguridad Química Internacional (FISQ), analizó las etiquetas de un grupo de estos productos, descubriendo que en su gran mayoría, presentaban en su composición, sustancias calificadas como riesgosas para la salud. ¿Cuánto de ese particulado ingerimos en nuestra vida? Fue una de las preguntas analizadas por Yáñez, quien –para comprobarlo- en el caso de los detergentes, pesó sus residuos en utensilios de uso común. En cuanto a la pasta de dientes, la reflexión fue más cotidiana, “si luego de utilizarla, sentimos su sabor en nuestra boca, es señal de que quedaron restos del producto, los cuales son disueltos por la saliva e ingresados al torrente sanguíneo por esa vía” apuntó.