Nuestros hijos no son delincuentes, nuestros hijos son chicos que están llenos de sueños, de motivaciones y muchos de ellos han vivido mucha injusticia social. Hay chicos que han estado en el Sename y están solos. Cuando se les dice delincuentes, cuando se les estigmatiza, también hay que ver que ellos tienen una historia de vida. Y esa historia los marca, obvio, por la desigualdad y la falta de oportunidades. Cuando nuestros hijos, que tienen un poco más de recursos y mucho amor, un colchoncito afectivo, que tienen una familia que los apoya, los quiere, también ellos quieren que los demás tengan esto. No criminalizarlos, escucharlos. Esa es la invitación: a empatizar y a cuestionarse un poco, dejar de lado los odios y empezar a ver con amor, conectarse con el amor. Porque esta lucha es por amor.