La industria cultural y sus medios de comunicación están formados por: internet, cine, radio, televisión, revistas, música, publicidad y todas las demás actividades de ocio. Merced a estos medios, los grandes magnates de la economía mundial imponen suavemente un monopolio cultural -hegemonía la llamaría Gramsci- que margina cualquier creación que busque emancipar al individuo y estimule la creatividad no controlada por ellos.