Con la arremetida derechista y sus demostraciones de fuerza, vuelven los recuerdos asociados a la experiencia traumática de un pasado-presente doloroso, trágico, dramático y cruel. Un pasado de violencia, maltrato, abusos, despojos, vulnerabilidad, tortura, exilio, muerte. Un pasado funesto de terribles derrotas y trágicos fracasos. Un pasado con pocas victorias significativas pero con muchas derrotas. En consecuencia, los recuerdos de experiencias traumáticas como las matanzas obreras, de la pobreza y la desigualdad, del fracaso del gobierno popular, del golpe de Estado, y de la dictadura, conducen a nuestra ciudadanía a un estado permanente de derrota y pesimismo que no permite olvidar aquellos recuerdos nacidos desde el trauma recurrente de la derrota.