Los objetivos en esta pesadilla dickensiana permanecen inalterados. Borrar a Julian de la conciencia pública. Demonizarlo. Criminalizar a los que sacan a la luz los crímenes del gobierno. Utilizar la crucifixión a cámara lenta de Julian para advertir a los periodistas que no importa su nacionalidad, no importa donde vivan, pueden ser secuestrados y extraditados a los EE.UU. Prolongar el linchamiento judicial durante años hasta que Julian, ya en una precaria condición física y mental, se desintegre.