El viernes 22 de mayo, angustiado por una tos seca y persistente Juan Vega fue en transporte público hasta el Hospital Barros Luco, uno de los escasos hospitales públicos que cuenta el sur de Santiago. Se hizo los análisis de Covid-19 y dio positivo. Como no tenían ambulancias, lo mandaron a casa en trasporte público a cumplir cuarentena.
12 días después murió en la calle.
Expulsado de un centro de salud público, colapsado y sin respuestas, ni siquiera con un poquito de humanidad.