«Espiamos todas las idas y venidas de los militares por el patio. Me hallo en un estado onírico, viciado, no puedo concentrarme en nada. Seis días sin cagar y seis noches sin dormir. Y atormentado de frío. Me parece ridículo no estar enfermo. Ni siquiera un resfrío ni siquiera un dolor de cabeza. Comienzo a admirarme de una resistencia física que nunca tuve.»