El activismo de izquierdas tendió a refugiarse en aspectos cada vez más intimistas, singulares, extravagantes… (…) Se refugió en demandas particulares o aspectos idiosincráticos de colectivos minoritarios, específicamente marginados, con la subsiguiente incapacidad de articular proyectos lo suficientemente inclusivos como para dar respuesta al conjunto amplio de los sectores subalternos y de las clases trabajadoras.