Este fascismo cultural está en la base de nuestra cultura, tan heredera de la tradición del pecado y el castigo (el cáliz y la espada). Y normalmente se actualiza en la formulación política que mejor conecta con este fascismo: el llamado al orden. La traducción social de este llamado es que (supuestamente) a todos nos gustaría que ‘las cosas’ fueran distintas (por ejemplo, que hubiera igualdad o democratización), pero las cosas son como son (realismo) y siempre es mejor evitar todo intento de hacer algo distinto (por ejemplo, reformas) si ello puede suponer alteraciones (incertidumbre).