Es notable, por no usar algún adjetivo calificativo que pueda crear la idea que la justicia chilena cayó también bajo el embrujo de estos semi dioses, que esa justicia envíe a clases de Ética a dos personajes que manejaban millones y millones, financiando su coalición política en sus campañas electorales, lo que no está permitido por ley, pero además haciendo esto a través de un procedimiento cuestionable a los ojos de Impuestos Internos, lo que lleva a una cadena de ofensas contra la ley, y contra la institucionalidad que está en la base de la convivencia democrática republicana.