“Nunca hemos sido tan libres. Nunca hemos sido tan impotentes”. Somos desde luego más libres que antes, en el sentido de que podemos criticar la religión, aprovechar la nueva actitud de laissez-faire respecto al sexo y apoyar cualquier movimiento político que nos guste. Podemos hacer todas estas cosas porque ya no significan nada: la libertad de este género proviene de la indiferencia. Pero, por otro lado, nuestra vida diaria se ha convertido en una batalla constante contra una burocracia que dejaría a Kafka embelesado.