“Hoy en Chile hacer teatro político no es lo ‘bien visto’, aunque todos/as sabemos que el teatro, como la vida misma, es bastante político. Es política lo que hace el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes; es política lo que se hace en las municipalidades en sus áreas de cultura. Lo que se hace y lo que se deja de hacer es política, no es casualidad. Como digo en la obra, es política que hoy nos hagan enfrentarnos actores contra actores, teatristas contra teatristas, artistas contra artistas, cuando se supone que es rol del Estado preocuparse del bienestar de su pueblo en todos los ámbitos. Sin embargo, al Estado de Chile no le interesa que la cultura esté al servicio del crecimiento integral de los seres humanos.[…]»