El enemigo designado ya no es el capitalismo como tal, sino el capitalismo neoliberal desbocado. Las fronteras abiertas son a su juicio un proyecto de la burguesía neoliberal para exacerbar la competencia entre los de abajo y de este modo debilitar a la clase trabajadora y rebajar los salarios reales. La defensa de las conquistas democráticas pasa entonces por la defensa de la soberanía de los Estados nacionales frente a la Unión Europea y los proyectos (por ejemplo, de Macron) de reforzar la integración europea en su seno.