Matilde Urrutia falsificó la voluntad testamentaria de Neruda, y en su lugar hizo una Fundación para el culto a la personalidad de Neruda, en lugar de un Consejo de Administración ha permanecido la familia y los amigos de Juan Agustín Figueroa. En lugar de becar a las futuras promesas artísticas y literarias del continente, la Fundación Neruda decide invertir el copyright (2.3 millones de dólares generados en 2003) en la bolsa de valores, en la empresa Cristalerías Chile, propiedad del finado pinochetista Ricardo Claro, un magnate de los medios de comunicación, integrante del Consejo de Administración de Televisa en México.