Hiroshima-Nagasaki: El mayor crimen terrorista de Estado
«Mataron en pocos minutos a unas 120.000 personas y dejaron heridas a más de 100.000. Fue sólo el comienzo de un horror que con el tiempo acumularía más de 500.000 muertos»
«Sus altos mandos convinieron en que debían demostrarle al Japón que sería borrado del mapa si seguía resistiendo»
Fue la misma lógica que había utilizado Caifás para convencer al Sanedrín de matar a Jesucristo: “más vale que uno muera por el pueblo, y no que perezca la nación entera”
¿Por qué 3 días después de Hiroshima y más de 100.000 muertos, EE.UU. arrojó una segunda bomba, en Nagasaki?
EE.UU. no pide perdón por crímenes de guerra
Obama perdió una gran oportunidad histórica en su reciente viaje a Japón de pedirle perdón a ese país y al mundo –en representación de Estados Unidos- por las bombas atómicas tiradas contra Hiroshima y Nagasaki en 1945. Ambas constituyeron, más allá de las intenciones expresadas al hacerlo, los peores crímenes de guerra efectuados hasta ahora en la historia humana.
Cómo se falsificó la historia del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki
La falsificación de la historia de la segunda guerra mundial por los historiadores occidentales, llega a su cumbre con la versión oficial de los bombardeos atómicos de Japón.
– Las bombas no se tiraron sobre objetivos militares.
– Las bombas no evitaron la muerte de soldados aliados.
– Las bombas no pusieron fin a la II Guerra mundial, ni se tiraron para derrotar a Japón.
La omisión de hechos fundamentales es una parte de la falsificación sistemática de la historia, que es un elemento esencial de la propaganda del sistema.
“El cataclismo de Damocles”
Desde la aparición de la vida visible en la Tierra debieron transcurrir 380 millones de años para que una mariposa aprendiera a volar, otros 180 millones de años para fabricar una rosa sin otro compromiso que el de ser hermosa, y cuatro eras geológicas para que los seres humanos a diferencia del bisabuelo pitecántropo, fueran capaces de cantar mejor que los pájaros y de morirse de amor. No es nada honroso para el talento humano, en la edad de oro de la ciencia, haber concebido el modo de que un proceso milenario tan dispendioso y colosal, pueda regresar a la nada de donde vino por el arte simple de oprimir un botón.