La triple victoria de octubre (Bolivia, Brasil y Uruguay) aunque de desiguales magnitudes, ratifica el rumbo progresista regional que las fuerzas conservadoras de cada país vienen amenazando. Las anima la indignación racista inspirada en la concepción según la cual, usurpadores de baja estofa, como indios, obreros, campesinos o guerrilleros se inmiscuyen en sus elevados asuntos e intereses, que a la vez imaginan propios de toda la nación.