Estoy convencido de que después de las elecciones presidenciales, parlamentarias y de CORES sólo habrá cambios gatopardescos a la Constitución y al sistema electoral binominal, de no ocurrir que resulte elegido un candidato anti duopólico. Si a la Constitución actual se le practica un simple maquillaje – estilo Ricardo Lagos – lo más posible es que sigamos con la monarquía presidencial y con un parlamente que, además de ser inútil hoy por hoy, es un mero adorno, rechazado por más del 80% de los chilenos. Si este hecho no constituye ilegitimidad y casi nula representatividad, a mí que me revisen: los parlamentarios constituyen una casta abusiva y que se reeligen indefinidamente.