“Mi deseo de vivir en Gaza no se debió a la sed de aventuras o a la locura, sino al miedo de ser una observadora pasiva, a mi necesidad de entender hasta el último detalle un mundo que, de acuerdo a mis conocimientos políticos e históricos, es una creación profundamente israelí. Gaza encarna para mí toda la saga del conflicto israelo-palestino, representa la principal contradicción del Estado de Israel: democracia para algunos, privación para otros”, explica Hass.
Más que objetiva, ella aspira a ser justa.