El padre Henri Boulad rehuye el más leve atisbo de corrección política. Tampoco se esfuerza en sonar conciliador. «Soy islamófobo pero no musulmanófobo. La mayoría de los musulmanes son gente buena y tolerante. Yo acuso al islam porque representa un sistema fascista. Se puede odiar al nazismo y no a los nazis del mismo modo que Jesús despreciaba la maldad pero no a los malos», descarga este jesuita de 86 primaveras, hijo de una familia melquita nacido en una Alejandría que ya no existe.