Pero pasan días, semanas, y la curva sueca no diverge de la media europea. Se insiste en que el número de fallecidos por millón es superior a Noruega, Dinamarca, Austria o Alemania. Pero raramente se señala que es inferior a Holanda, Francia, Gran Bretaña y, por supuesto a Bélgica, España o Italia. Y, a pesar de los negros vaticinios, sus unidades de cuidados intensivos nunca se acercaron siquiera al límite, mucho menos al colapso.
¿Por qué tanta contrariedad al comprobar que la covid-19 no explota en Suecia? Todo hace sospechar que no se trata de un problema sanitario, médico o científico sino puramente político.