Los europeos que fueron estimulados a irse a la guerra contra Siria junto a los ‎mercenarios pagados por Occidente no pueden ser acusados ahora de «connivencia ‎con el enemigo» ni de alta traición ya que pueden alegar que en su momento gozaron ‎del apoyo de la OTAN y de los países miembros de esa alianza militar. Los Estados ‎europeos no podrán juzgarlos sin examinar la responsabilidad fundamental de ‎sus propios gobiernos y dirigentes en la guerra contra Siria. ‎ ‎