En el nombre de Allende y del pueblo, el gobierno de Chile debió decretar duelo nacional, y un homenaje oficial a quien se la jugó con todo, incluida la propia seguridad nacional de Cuba, por derribar la dictadura empresarial-militar de Pinochet. Así lo hicieron países agradecidos como Nicaragua, Argelia, Namibia y Sudáfrica.
Pero aquí somos “realistas”, no agradecidos. Nos gusta Felipe González, no Fidel. No queremos agitar aguas ni quebrar huevos, y nos gusta hablar inglés. Vamos a las cenas de la Sofofa, las AFP y de las transnacionales mineras, mientras mandamos a la policía a reprimir trabajadores y estudiantes.